REFUGIADOS

08.02.2017

Hace ya más de un año se publicó en Politikon un artículo sobre la crisis de los refugiados que, para bien o para mal, sigue siendo muy válido y actual 15 meses después. Titulado Refugiados, conciencias y soluciones, se publicó al día siguiente de que la famosa foto del niño en la orilla recorriera todos los rincones de Internet. El artículo repasa las posibles soluciones (temporales y definitivas) a la crisis, y también las alternativas que no son una solución. Señala que la solución más fácil de llevar a cabo es limitarse a acoger la mayor cantidad de refugiados posibles, pero tampoco se puede negar que, al fin y al cabo, esto no es más que una solución a medias. Por más refugiados que consiga acoger Europa, la raíz del problema (esto es, el conflicto sirio) va a seguir ahí, y van a seguir llegando más y más refugiados.


SOLUCIONES...

La auténtica solución definitiva sería una intervención militar europea para terminar la guerra civil en Siria. Sin embargo, esto supondría un gran coste en vidas humanas de los ejércitos europeos, además de un gasto económico importante. La experiencia nos indica que las intervenciones militares en Oriente Medio por parte de países del primer mundo no suelen ser muy baratas, precisamente. Y eso por no mencionar la manifiesta incapacidad de Estados Unidos de solucionar con solvencia y rapidez conflictos internos en Oriente Medio.


Otra opción, como bien indica el artículo de Politikon, es simplemente ignorar el problema y continuar con nuestra vidas en Europa como si nada. Pero lo cierto es que sería impropio de países en una situación pacífica y relativamente estable económicamente rechazar a gente que huye de una guerra. Independientemente de la ideología o la religión que tengamos, una mínima empatía es, o debería ser, común a todos nosotros. Así que si decidimos no acoger a nadie, tendremos que acostumbrarnos a una foto de un niño ahogado cada día. O peor, tendremos que acostumbrarnos a que la solución sea tan normal que las fotos dejen de indignar y difundirse.


Por último, debemos considerar la opción de no solo seguir acogiendo refugiados, sino aumentar las cuotas (o al menos cumplir las que están ahora establecidas). Sobre este tema se ha dicho muchas veces el daño que puede causar a nuestra economía una acogida desmesurada de refugiados. Se ha hablado incluso del fin del estado del bienestar. Pero, ¿cuánto de verdad hay en realidad en estas afirmaciones?

LOS REFUGIADOS TAMBIÉN SON BUENOS

Es innegable que la llegada de refugiados puede ayudar a resolver ciertos problemas que Europa tendrá que afrontar en los próximos años. La población está cada vez más envejecida, especialmente en España, y la natalidad es cada vez más baja. Para poder cubrir el sistema de pensiones en un futuro, habría que aumentar la natalidad en unas cantidades que no parece probable que se vayan a cumplir. Haría falta un cambio cultural que no va a darse y la implementación de políticas natalistas como las de Francia que el gobierno no parece muy por la labor de establecer. Esto podría solucionarse con la llegada de refugiados, que son mayoritariamente jóvenes y además provienen de una cultura que tiende a tener más hijos que la occidental actual.

Por otra parte, los datos de los que disponemos muestran que los refugiados tienden a ayudar al crecimiento de la economía. Como señala Senserrich en su artículo, los refugiados han aumentado el PIB en Estados Unidos un 1,6 billones de dólares, y si bien es cierto que un 97,8% de esa cantidad revierte en los propios refugiados, el resto, por poco que sea, ya es una mejora para la economía de la gente que ya estaba viviendo en el país. Sin embargo, no parece que esos mismos datos de beneficios se puedan extrapolar a países con una tasa de paro más alta. La de Estados Unidos es solo del 5,4%, mientras que, por ejemplo, en España tenemos un 22,7%. Es decir, en Estados Unidos tienen capacidad de ofrecer empleo a muchos más refugiados que España. Por tanto, parece lo razonable establecer unos cuotas que no tengan solo en cuenta el volumen de población del país, sino también la tasa de paro y la capacidad de los servicios públicos (un país que tiene sus colegios hasta arriba no puede aceptar a tantas familias como uno con muchas plazas libres). 



PROBLEMAS...

El mayor problema es que, tras los resultados electorales en Estados Unidos, el país con mayor capacidad para acoger refugiados de occidente (por volumen de población y tasa de paro) ya no va a dejar a un solo sirio cruzar sus fronteras. Esto deposita prácticamente toda la responsabilidad en una Europa que desde luego no tiene la capacidad de solucionar el problema por sí sola.


A día de hoy, el problema de los refugiados sigue presentando más preguntas que respuestas, y desde luego no podemos solucionarlo de un día para otro. La solución pasa por ofrecer las ayudas que podamos, teniendo en cuenta que bien gestionadas no dañan la economía de los países acogedores, y esperar a que la situación se estabilice en Oriente Medio.


POR: PAULA BARRIO, MARTA GONZÁLEZ, PELAYO GONZÁLEZ, FERNAND BENITO.
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